En primera persona

Quiero compartir con todos y cada un@ de los que hayáis querido contactar conmigo a través de esta web, sobre el “además” que cada uno somos, desde el agradecimiento que siento por haber nacido, y por todo lo vivido hasta hoy.

Agradezco la diversidad de mi origen (abuelos de Canarias, Murcia, Castellón y Zaragoza, padre canario y madre vasca, yo asturiana y mi marido inglés), y el haber vivido y veraneado en cinco zonas muy distintas de España (Asturias, Barcelona, Hondarribia, Madrid y Miraflores de la Sierra). Eso me ha dado y mantenido la amplitud de miras.

Agradezco que mi padre hiciese continuas referencias a el Quijote, el Evangelio, y a las grandes obras de la literatura universal: a través de él me di cuenta pronto que había mucha sabiduría acumulada en los libros.

Agradezco que mi madre me hablase todo el tiempo en clave de reconciliación. Gracias a eso asumí la paciencia y el perdón como normales, convirtiéndose así, de forma natural, en herramientas. Eso me ha permitido, sobre todo, aceptarme, paso a paso, golpe a golpe: verso a verso. Un proceso a fuego lento que transforma mi acción sobre la marcha, desde lo que me configura en origen.

Agradezco haber tenido hermanas y muy buenas amigas: aprender a compartir, y también vivir el reto de la vida relacional en convivencia. Vivir la dificultad que supone, a veces, entenderse en relación a otros, que se presuponen conocidos, pero que realmente no lo son. Conciencia de que siendo de la misma familia o muy buenas amigas, somos muy distintos, y aprender que hace falta buen talante, fraternidad, para sobrellevarse.

abanico belen moya

Agradezco la educación que he recibido: me enseñaron el valor de cultivar virtudes: conocerlas y estar entrenada en practicarlas, y tratar de que sean parte de mi kit de herramientas, es siempre mi tabla de salvación al atravesar las mayores tormentas.

Agradezco haber elegido no hacer una carrera universitaria de entrada, y !sí!, haber seguido un plan de formación continuada, ajustada por mi según las necesidades en cada etapa o fase de la vida profesional, y también como persona.

Aterricé a lo que mi padre me señaló como camino: hagas lo que hagas lo importante es destacar en algo, de mediocres está el mundo lleno. Eso despertó mi deseo de buscar siempre mi singularidad. No lo supe entonces; lo sé ahora: fue un acierto tener su propuesta en cuenta.

Agradezco haberme dado cuenta, gracias a mi matrimonio y también a los avanzados investigadores de la antropología y nuestra condición de seres en relación, de que ¡yo soy inmensamente más de lo que veo de mí!: el gran eureka de mi vida fue descubrir, cuando yo tenía 42 años, que con ayuda de otros que han hecho el camino antes que tú, puedes explorar tu interior. Puedes descubrir todo un mundo de posibilidades dentro de ti mismo, dentro del misterio insondable que abarca el SER una persona singular única e irrepetible: ser en mayúsculas y solo por nacer. Es grande descubrir que merece la pena permanecer siempre en la práctica del !conócete a ti mismo!, que ya estaba inscrito en el templo de Apolo en Delfos, una inscripción datada a finales del siglo V a. C.

Agradezco saber que somos seres en relación a nuestra fuente, y con tres trascendentales, amor donal, conocimiento profundo y libertad coexistente, que nos proporcionan, ya en origen, capacidades para aceptar, atender y poner a disposición nuestros talentos para el bien común. Agradezco de esa dimensión relacional, la amistad y el amor que he recibido y recibo cada día, y procuro, de todo eso, que lo vivo como don, retornar.